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1914 - CINCUENTA AÑOS EN LA NUMISMATICA NACIONAL - 1964

Ediciones del Cincuentenario - El Plata - 1964 - Páginas 9 a 12
 

La estrecha vinculación que nuestro país mantiene con todas las naciones del mundo, tradicional y congénita en los orientales, se ha repetido también en la Numismática y la Bibliofilia.

Los múltiples antecedentes y el cercano ejemplo de la Argentina, desde hace ya bastante tiempo atrás, hicieron germinar en algunos espíritus compatriotas, la idea de formar una Academia para el desarrollo y fomento de dichas especialidades. Las limitaciones ambientales, las dificultades en tiempo y para contar con los medios suficientes como para estudiar profundamente el material numismático y bibliófilo, dilataron la concreción y efectividad de la idea.

Pero la firme vocación de esas personas y la real valía de las colecciones y las bibliotecas existentes en el país, poco menos que imponían el nacimiento de la Academia.

Mucha es la obra a realizar en ambas ramas en lo estrictamente nacional y es de imaginar lo insondable de las perspectivas de la tarea, referida al ámbito universal.

Así, descontando la aprobación de quienes como ellos sentían y sienten muy hondo el afán numismático, destacadas personalidades del ambiente aunaron esfuerzos con el fin de fundar, lo que es hoy una realidad, la Academia Uruguaya de Numismática y Bibliofilia.

El Consejo de la Academia Uruguaya de Numismática y Bibliofilia

La madurez de especialistas y la firmeza en la determinación de llevar adelante la idea, sobrepujaron las razones que pudieran tratar de esgrimirse por unos, para medir antes las dimensiones del tema a desarrollar, los argumentos de falta de credenciales suficientes, o los simples pretextos de carencia de condiciones o de tiempo, expuestas por otros.

Grande fue el entusiasmo ante la trascendencia de lo que nacía, ya que bien sabido es que la cultura y la importancia intelectual de los pueblos se mide por sus obras y por el número de organizaciones dedicadas al desarrollo de aquella.

Hoy, justamente se han cumplido cuatro años desde aquel 16 de julio de 1960, día en que destacados numismáticos y reconocidos bibliófilos, concordaron en la necesidad de realizar los mayores esfuerzos para el cumplimiento de los fines de la institución, cuya amplitud, entendían, debía ser total.

Manifestaciones culturales de toda índole, dentro de las materias de la especialidad, se llevaron a cabo en este corto lapso: exposiciones, publicaciones, actos académicos hermanados con especialistas argentinos, acuñaciones de medallas, etc.

Estrechos vínculos con eminencias extranjeras, actuales miembros correspondientes de la Academia, han brindado la máxima colaboración, puesta al servicio de la causa común: Argentina, Brasil Costa Rica, Estados Unidos, España, Chile, México, Perú, Paraguay, Portugal, Venezuela, representados por elementos de la talla de: Dr. Jorge N. Ferrari, Capitán de Navío Humberto Burzio, Luis Nogueira Da Gama, Dr. Jorge A. Lines, Dr. Alberto F. Pradeau, Almirante Oscar H. Dodson, Pío Beltrán Villagrasa, F. Xavier Calicó, Dr. Felipe Mateu y Llopis, Dr. Alamiro de Avila Martell, Dn. Miguel L. Muñoz, Dr. Ernesto Sellschopp, Juan Bautista Gili Aguinaga, Dr. Mario Capriles, Dr. Alberto Sivoli G., Dr. Marcel Granier-Doyeux, Dra. Mercedes Carlota de Pardo y otros.

La tarea ha sido mucha, la fe inmensa. Sabemos que con el apoyo de todos, pueblo y gobierno, nuestra Academia honrará al país. Esta es nuestra promesa.

EN 1914...
CUÑOS PATRIOS

Firme ya la posición de los gobiernos que se fueron sucediendo, en el sentido de orientar el sistema monetario de nuestro país, el Gobierno Provisorio del Coronel Latorre, dispuso de acuerdo con la ley de 23 de junio de 1862, una acuñación de moneda de plata en los valores de 10, 20, 50 centésimos y 1 peso (fig. 1, 2, 3 y 4) la que fue realizada en Francia en la Casa de la Moneda de París. De estas piezas, se mantiene actualmente, el grato recuerdo de una muy buena acuñación que prestó, por muchos años, notables servicios a nuestro país.

Fig. 1
Fig. 2
Fig. 3
Fig. 4

Como complemento de la totalidad dispuesta de esta acuñación, cuyas piezas llevan la fecha 1877, faltaba entregar solamente la última partida de 100.000 piezas de 1 peso, las que fueron embarcadas en Francia en el vapor "Paraná" con destino a Montevideo. Al llegar frente a las costas del Brasil, un recio temporal hizo naufragar la embarcación francesa, perdiéndose, en consecuencia, la valiosa carga. Ello dio mérito a que los contratistas ocurrieran ante el Gobierno, haciendo saber que habían requerido de la Casa de la Moneda de París, la acuñación de otra partida igual, cuyo diseño, igual a la fig. 1, difiere solamente en la fecha, que dice 1878. Tal es la historia y el origen de la nueva fecha de acuñación, cuyas piezas actualmente, son sumamente codiciadas por los coleccionistas.

Similares a las monedas descriptas en los años 77 y 78 y en cumplimiento de la ley de octubre de 1892, el Gobierno dispuso una nueva acuñación de monedas de plata en los valores similares referidos, es decir 10, 20, 50 centésimos y 1 peso. Estas piezas que llevan la fecha 1893 son del mismo diseño que las figs. 1 y 4. Se ejecutaron en la Casa de Moneda de Santiago (Chile), siendo sus troqueles abiertos en París.

Cabe destacar que, cuando se lanzó a la circulación esta emisión metálica plata, el Poder Ejecutivo prohibió en todo el territorio de la República, la circulación de "toda moneda de plata que no sea de cuño nacional".

Posteriormente, la Casa de Moneda de Buenos Aires, acuña, por intermedio del contratista Agustín Casó, los valores en plata de $ 0.50 y $ 1.00 (de impronta similar a las figs. 1/2), correspondiendo las fechas de 1894 para las primeras y 1895 para la unidad.

Por último, faltando aún acuñar la cantidad de un millón de pesos, fue celebrado un contrato con la firma Alejandro Beiso, siendo la acuñación ejecutada por la Casa de Moneda de Buenos Aires, según decreto de fecha 8 de abril de 1895. Llevan la fecha del mismo año en que se lanzó el decreto de su acuñación, (iguales salvo la fecha a la fig. 1).

Corrían pues, en el año 1914, dos series completas de los valores descriptos -diez especies distintas- en monedas de plata, amén de las piezas acuñadas en la Casa de Moneda de Buenos Aires, de $ 0.50 centésimos y 1 peso, respectivamente.

Dos acontecimientos notables para la Numismática Nacional, se suceden en los albores de este siglo: la ley de 6 de diciembre de 1900 nos brinda por primera vez, la moneda de níquel para las transacciones menores; en fecha 13 de julio de 1902 se procede al retiro de las piezas de cobre que, por un siglo sirvieron noblemente, como el metal que las componía, a la causa del monedaje circulante, hoy guardadas celosamente en los gabinetes numismáticos de los coleccionistas. La venta de las monedas de cobre retiradas de circulación, se efectuó por licitación pública, adjudicándosele a la firma Supervielle y Cía., por su mejor oferta.

Fueron acuñadas piezas de níquel en los valores de 1, 2 y 5 centésimos (dos cobres, un vintén y un medio, como vulgarmente se les llamaba), por contrato celebrado por el Banco de la República con la Casa de Moneda de Berndorf (Alemania). El monto autorizado alcanzó a la cantidad de $ 500.000.00 y su pasta estaba compuesta por 25 partes de níquel y 75 de cobre; llevan la fecha 1901 (fig. 5/6/7).

Fig. 5
Fig. 6 Fig. 7

Sancionada la ley en fecha 16 de julio de 1909, para ejecutar una nueva acuñación de monedas de níquel, similar a la referida anteriormente, el Banco de la República, en uso de sus facultades, llamó a licitación para ejecutar el monedaje, contratando el mismo con la firma Clericetti Hnos. y Barrella, de esta capital.

De acuerdo con la propuesta los trabajos se realizaron en la Casa de Moneda Imperial de Viena (Austria), empleándose los cuños matrices que se utilizaron en 1901, en los valores 1, 2 y 5 centésimos. Su forma, peso, liga, etc. exactamente igual a las referidas; difieren su fecha; en este caso, 1909 con dibujo igual a la fig. 5/6/7. En números, esta acuñación se resume así: monto autorizado: $ 500.000.00; peso total de metal acuñado: 70.000 kgs.; gastos totales ocasionados: $ 61.500.00; beneficio: superior a los $ 400.000.00!! Segunda acuñación de moneda de níquel y última encargada a particulares.

Resta consignar que estas ágiles monedas prestaron servicio por más de medio siglo, paralelamente con las acuñaciones que similares, les sucedieron, y que comentamos en otro lugar de esta crónica.

EL CURSO LEGAL ORO

"tratándose de onzas, las había americanas y españolas, y entre éstas distinguíanse la de "rostro" (fig. 8) cuando en uno de sus lados aparecía el busto del rey".

..."las onzas españolas llamadas de rostro, valían de 21 a 22 pesos, en tanto que las americanas, peruanas, chilenas, etc. no valían más de $ 21.00".

Así refiere el Dr. Francisco N. Oliveres en su obra "Apuntes sobre Numismática Nacional", como primera cita del circulante oro en nuestro territorio en la época de la Colonia, de donde se deduce que corría toda clase de moneda de oro extranjera.

La ley de 15 de julio de 1854, dispone la acuñación de 400.000 patacones de oro con ley de 21 quilates y 33 y 3/4 "granos" de peso por cada patacón de 10 reales.

De acuerdo con la ley citada, debían acuñarse en Montevideo y llevarían en su anverso las armas del Estado y como leyenda "República Oriental del Uruguay", pero por distintas razones no llegaron nunca a troquelarse.

Careciendo pues, de moneda de oro nacional, nuestra legislación monetaria dispuso que circularan, con poder cancelatorio y conforme a la ley de 23 de junio de 1862, monedas con signos extranjeros, quedando autorizadas para circular libremente dentro del territorio, veinticinco tipos troqueladas en oro, cuyo origen provenía de trece países del hemisferio, gozando de ese privilegio, los valores múltiplos y submúltiplos, de cada unidad tipo.

Así pues, Alemania, Argentina (fig. 11), Bélgica, Brasil, Chile. España (fig. 10), EE.UU., Colombia, Inglaterra (fig. 9), Perú, Portugal, Suiza y Venezuela, con su monedaje oro, contribuyeron en rico aporte a llenar un vacío, tan necesario en la época, para su utilización en las transacciones comerciales de mayor cuantía.

Fig. 8
Fig. 9
Fig. 10
Fig. 11

El decreto de 27 de mayo de 1938, fija las equivalencias de las monedas de oro de curso legal, y la establece, de acuerdo con el fino dispuesto por la ley de 18 de enero de igual año, para el "PESO", nuestra unidad monetaria nacional, con el respaldo de 0 g. 585018 de oro puro, al título de 900 milésimos de fino.

Los valores a la par, fijaban de acuerdo al decreto referido, en $ 12,51 el precio de la Libra Esterlina y en proporción, las demás monedas extranjeras en circulación, las que ahora se exhiben para su venta como joyas preciosas, en las casas de cambio de nuestra capital.

Por último, destacamos que sobre este asunto, no ha tenido variante alguna la legislación monetaria, en lo que respecta a las monedas comentadas.

ARTIGAS EN LA MONEDA

Fue con la ley de 3 de enero de 1916, que ordenó la acuñación de nuevas monedas de plata, cuando recién apareció el nombre y la efigie de Artigas en la numismática nacional.

Con motivo de las múltiples falsificaciones de todos los valores del monedaje de plata anterior, se autorizó al Banco de la República a retirar de la circulación y reacuñar con el nuevo tipo todas las monedas de plata circulantes, hasta la cantidad de cinco millones de pesos. La ley prescribía: "Art. 2. La nueva moneda de plata consistirá en piezas de un peso y cincuenta centésimos, de veinticinco y doce y medio gramos respectivamente, con un título de 900 milésimos de fino, con una tolerancia en más o menos de tres milésimos para el fino y de cinco milésimos para el peso, en más o menos, y con un diámetro de 37 milímetros para las primeras y de 30 milímetros para las segundas monedas expresadas. Art. 3. Las monedas a que se refieren los artículos anteriores llevarán estampado en el anverso el escudo de armas de la República con la inscripción "República Oriental del Uruguay" y el año de acuñación. En el reverso irá el busto de Artigas, rodeado de la siguiente leyenda: "Con libertad no ofendo ni temo" y se grabarán en la parte inferior el nombre de "Artigas" y el valor de la moneda. También deberán tener en el canto o borde, grabada en relieve la expresión "República Oriental del Uruguay" y el año de la acuñación".

El Poder Ejecutivo designó un Jurado artístico para la elección del proyecto más adecuado para la moneda creada, resultando ganador el del escultor Don Bernabé Michelena, inspirado en el Artigas anciano de Bompland y Williams. Se remitieron los platos o maquettes a la Casa de Moneda de Buenos Aires, que habían resultado adjudicataria del trabajo en competencia con la de Chile y propuestas de EE.UU. (se estaba en plena guerra europea), donde se abrieron los cuños y se constató que a pesar de los méritos estéticos del proyecto, resultaba técnicamente imposible de ejecutar por sus pronunciados relieves. Hay también una especialización en la creación de los modelos de las monedas y las medallas.

Por ello, fue menester ejecutar nuevos dibujos que adoptaron el Artigas de Juan Manuel Blanes, con uniforme de Blandengue.

Del proyecto de Michelena nos quedaron algunos escasos ensayos en plata, de gran valía numismática y se conoce otro ensayo unifaz en oro, sobre modelo del escultor Belloni.

Fig. 12
Fig. 13
Fig. 14
Fig. 15
Fig. 16
Fig. 17
Fig. 18

De las monedas acuñadas y en el valor de $ 0.50 hay dos tipos que se distinguen por su fecha, las primeras, de 1916 (fig. 12) solamente 400.000 piezas, lo que las hace más escasas frente a las otras, de 1917, el resto hasta completar los seis millones de ejemplares autorizados. Las piezas de $ 1.00 son de 1917 (fig. 13) y se acuñaron dos millones, completando el valor fijado en la ley.

También existen algunos rarísimos ensayos en plata de estas monedas, con fecha 1917 y muy leves diferencias de las comunes.

En 1920 y a pesar de que la ley de 1916 había previsto la acuñación en valores menores, ante la desmonetización y retiro del antiguo circulante de $ 0.20 y $ 0.10 de plata (figs. 3/4), se sintió la necesidad de ellos y se autorizó a tomar $ 300.000.00 de las monedas de 1916-17 (figs. 12/13) para reacuñarlas en piezas de $ 0.20 (fig. 14) con similar diseño (salvo en el canto donde se trocó la leyenda en relieve por el acanalado), lo cual se ejecutó en la Casa de Moneda de Santiago de Chile. No fueron suficientes y la operación debió autorizarse nuevamente para satisfacer las necesidades del cambio al año siguiente, pero en razón de utilizarse los mismos cuños perdimos la forma de distinguir las monedas nuevas, ya que todas lucen entonces la misma fecha: 1920.

La segunda partida, por $ 200.000. entró en circulación recién en 1922. El total acuñado suma $ 500.000 y su fino se redujo a 800 milésimos, con 200 milésimos de liga de cobre, peso de cinco gramos y 25 milímetros de diámetro.

Luego de estas tradicionales y hermosas emisiones de plata, el busto se Artigas no volverá a repetirse (salvo en la moneda de oro de 1930 (fig. 19) que referimos en cita especial y que se conoce internacionalmente por su nombre) en el mismo metal y valores, sino en 1942 y 43 (fig. 15/16) y finalmente en los $ 0.20 de 1954 (fig. 18). Pero ha pasado a ser el motivo primordial de todas las monedas uruguayas a partir de 1953, luego de cumplirse en 1950 el primer centenario de la muerte del Prócer, excepción hecha de la moneda de plata de $ 10.00 (fig. 32) en las que el gaucho ocupa, como Héroe de la Independencia, el lugar de su Conductor e Inspirador.

EN EL CINCUENTENARIO DE 1830

Al promediar el año 1929, el país se preparaba para celebrar la rememoración centenaria de la Jura de nuestra Carta Fundamental, que se cumpliría en el año siguiente.

Uno de los actos de gobierno que señalan este propósito fue la ley del 26 de noviembre, que dispuso la acuñación de una serie monetaria, conmemorativa del acontecimiento, que incluía tres valores: diez y veinte centésimos, y cinco pesos.

Varios metales había utilizado la República para acuñar sus monedas hasta ese momento. Desde el modesto cobre, hasta el cuproníquel y la plata. Pero lo significativo de esta emisión es que una de sus piezas, la de cinco pesos, llevaría nielados en el metal mas noble, el oro, los rasgos del más noble de los orientales, Artigas, como símbolo insustituible del principio de la libertad de la patria.

El perfil de Artigas que luce la pieza de cinco pesos en su anverso (fig. 19) fue realizado por Lucien Bazor, artista grabador del Hotel des Monnais et Medailles de París, donde se acuñó la emisión, y está inspirado en un carbón de Blanes. Es un Artigas de gran factura, mostrando su perfil derecho, finalmente estilizado.

Bazor, hijo de escultor y grabador, conocía bien su arte, adquirido en la Escuela Nacional de Bellas Artes de París, donde fue discípulo de Auban y Patey, a quien acaba de sustituir, en ese mismo año, como grabador de la Casa de Moneda. Su producción medallística es abundante y de categoría artística. Grabó la medalla recordatoria de la liberación de París en 1944, la serie de medallas conmemorativas de la Exposición Colonial Francesa en 1931, las piezas del Centenario de la Revue de Deux Mondes de la Sociedad Francesa de Numismática, la hermosa medalla de gran módulo que recuerda la botadura del transatlántico francés "L'Atlantique" y las que serán testimonio imperecedero de la tragedia de los deportados y desplazados políticos y del heroísmo silencioso de los grupos de la Resistencia en lucha por la liberación. Por fin, en retratística, reprodujo en la medalla a Simón Bolívar, Washington, Warner, su maestro Auguste Patey, el Cardenal Maurice Feltin, Arzobispo de París, el compositor Gabriel Pierne, Rene Doumic, Director de la Revue de Deux Mondes, etc.

No es extraño pues, su bien logrado perfil de Artigas, aún después de varios ensayos, impuestos por la noble y bien inspirada exigencia de don Raúl Montero Bustamante, a quien el Banco de la República encomendara, investido de los más amplios poderes, la vigilancia directa, en la propia Casa de Moneda, de todos los detalles relacionados con la acuñación.

Fig. 19
EL ARTIGAS DE ORO
Fig. 20
Fig. 21

El reverso de la pieza (fig. 19), también obra de Bazor, luce una impronta alegórica que inmediatamente recuerda la pieza francesa de cien francos oro. proyectada por Bazor en 1929, que lleva un sol naciente del pie del campo y una espiga de trigo, flanqueada de un gajo de laurel a diestra y otro de roble a siniestra.

De la moneda de cinco pesos se acuñaron cien mil piezas de las que se libraron a circulación, según informa Odicini Lezama en su libro "El Régimen Monetario del Uruguay", 14.415, quedando las restantes 85.585 en poder del Banco de la República, integrando su encaje aurífero. Fueron desmonetizadas por ley del 18 de enero de 1938.

De las restantes valores de las series se troquelaron dos millones y medio de piezas de veinte centésimos (fig. 20), acuñadas en plata, y cinco millones de diez centésimos (fig. 21), en cuproaluminio.

Todas las piezas de la serie llevan la leyenda conmemorativa: "Centenario de 1830".

1936 - 1959

Entre las primeras emisiones en que aparece Artigas en la moneda patria y las series que conmemoran el Centenario de 1830, existe una acuñación que lleva la fecha de 1924 troquelada en cupro-níquel por la Societé Francaise de Monnayage de París, en piezas de valores faciales de Cinco, Dos y un centésimos, comprendiendo un total de 19 millones de monedas, con un valor de Quinientos mil pesos.

De esta serie se realizaron 36 ensayos en níquel, doce de cada valor, caracterizados con la expresión "Essai", estampado en cada pieza.

Después del año 1930, cuyas series conmemorativas ya hemos comentado, se inicia una etapa que consideraremos hasta las emisiones que circulan actualmente, que se define nítidamente en dos épocas señaladas con perfiles precisos por la incidencia que la segunda guerra mundial imprimió, en la economía nacional.

La primera parte de ese período, incluye acuñaciones efectuadas desde el año 1936, hasta el año 1943, en el que aún la influencia de la guerra, no había gravitado en los factores económicos nacionales, pudiendo todavía el país, emitir series monetarias similares a las que venía utilizado hasta ese momento con inclusión de valores troquelados en metal plata. A partir de ese momento, los acontecimientos bélicos transformados ya en conflagración mundial, habían trastocado la mayor parle de los pueblos del mundo y el Uruguay, no pudiendo escapar a esas dramáticas consecuencias, se vio obligado a acuñar su medio circulante menor, en metal pobre, recurriendo en el caso a aleaciones con un elevado porcentaje de cobre.

En 1936 se emite una moneda de cupro-aluminio de valor facial de $ 0.10 (fig. 22) de características muy similares a las de igual valor acuñadas en 1930 (fig. 21), pero de diámetro más reducido, en las que se elimina la inscripción "Centenario de 1830" y se cambia, naturalmente, la fecha de la acuñación. En el mismo año y autorizadas por la misma disposición legal, se troquela una serie idéntica a la de 1901, 1909 y 1924 en cupro-níquel y en idénticos valores de Cinco, Dos y un Centésimos, con la sola modificación de la fecha.

En 1941, se repite esa misma serie, cambiando la fecha y suprimiendo el último valor, es decir Un centésimo, que son acuñadas por la Casa de Moneda y Especies Valoradas de Chile.

En 1942. por Ley del 5 de enero, se autoriza la emisión de una serie de piezas acuñadas en plata, integradas por los valores de Un Peso, Cincuenta Centésimos y Veinte Centésimos (figs. 15/16/18), hasta un valor total de 18 millones de pesos. En los anversos de las piezas de Un Peso y Cincuenta Centésimos, se dispone utilizar el plato grabado por Bazor, para las monedas de Cinco Pesos de 1930, ya comentada y para los cuños del reverso, el modelado por Morlón, para la moneda de cobre-aluminio, acuñada en los años 1930 y 1936 (figs. 21/22); para el cuño de las monedas de Veinte Centésimos, el plato modelado también por Morlón, para la moneda de cupro-aluminio, de Diez Centésimos de 1930 y 1936 y para el cuño del reverso de la misma moneda, la composición grabada por Turin, para la moneda de plata de 1930.

Fig. 22
Fig. 23
Fig. 24
Fig. 25

Debe señalarse que la pieza de Cincuenta Centésimos de esta serie, lleva la fecha 1943, por haberse demorado su acuñación en la Casa de Moneda y Especies Valoradas de Santiago de Chile, que realizó el trabajo de amonedación.

En 1943. a partir de cuya fecha, se inicia la segunda etapa del período que estamos comentando, se inicia por las razones que hemos expuesto una serie de acuñaciones realizadas todas ellas en cobre, con un porcentaje muy pequeño de 3% de estaño y 1 1/2 de zinc, en los valores de Cinco y Dos Centésimos y con idénticas características de diseño con excepción de las fechas a las piezas de cupro-níquel de 1901, 1909, 1924, 1936 y 1941. Esas series se extienden en el tiempo, hasta el año 1951, fueron todas troqueladas en la Casa de Moneda y Especies Valoradas de Santiago de Chile, de acuerdo con las siguientes fechas 7 valores: año 1943, Dos Centésimos; 1944, Cinco y Dos Centésimos; 1945, Dos centésimos; 1946, Cinco y Dos Centésimos; 1947, Cinco y Dos Centésimos; 1948, Cinco y Dos Centésimos; 1949, Cinco y Dos Centésimos y por último, en el año 1951, Cinco y Dos Centésimos.

En 1951, atenuados ya sino desaparecidos totalmente los factores influyentes de la guerra, el país puede volver a realizar sus acuñaciones en metales de mayor categoría, similares a los de la pre-guerra y es así que en 1953, se realiza una acuñación de 237.500 monedas, que representaban un valor global de Diez Millones de pesos, que si bien tienen todas ellas, estampadas la fecha del año 1953, fueron ejecutadas por la Royal Mint, de Londres, en el período comprendido entre los años 1953 y 1955. De estas piezas se realizaron 100 "Ensayos" en oro, de cada uno de los valores, que no llevan agregada inscripción alguna que las distinga, de las acuñaciones en el metal que la ley dispuso.

En 1954, continuándose el mismo proceso de recuperación ya iniciado, se acuña una pieza de Veinte Centésimos, realizada en plata por la Casa Real de Moneda de los Países Bajos, de Utrecht, Holanda, por un valor sellado total de Dos Millones de unidades y de la que así mismo, se acuñan en oro, Cien reproducciones.

HOY

Llegamos por fin a las amonedaciones patrias que manejamos hoy en el ir y venir de la vida cotidiana, integradas por siete denominaciones de valor, troqueladas en tres metales: plata, cupro-níquel y bronce-níquel.

En el año 1960, se acuñan y emiten dos series, que de acuerdo con el nuevo programa de amonedación, comprende las piezas divisionarias que han de sustituir a las que circulaban en la época. El momento económico creó la necesidad de efectuar un estudio integral del sistema, buscando pastas metálicas que tuvieran una adecuada relación entre los valores intrínsecos y legales de cada pieza.

Fig. 26
(Reproducción aumentada)
Fig. 27 Fig. 28

Se realizaron así dos series de monedas divisionarias perfectamente diferenciadas, integradas, una de ellas por tres piezas de Un Peso, Cincuenta Centésimos y Veinticinco Centésimos (figs. 26/27/28) realizadas en cupro níquel componiéndose la aleación por 75 partes de cobre y 25 de níquel; y la segunda, por otras tres piezas de Diez, Cinco y Dos Centésimos (figs. 29/30/31) acuñadas en bronce níquel, aleación terciaria compuesta de 79 partes de cobre, 20 de zinc y 1 de níquel. El cupro-níquel utilizado en la primera de las series enunciadas ya había sido empleado en nuestro país con excelentes resultados en las propias especies monetarias menores que circulaban en la época; se trata de una aleación de alto punto de fusión que requiere el empleo de maquinaria pesada y especializada para obtener una impresión nítida lo que prácticamente elimina la posibilidad de falsificaciones. La aleación de la otra especie con que se efectuaron las piezas menores, incorporada a la metalurgia monetaria por la Royal Mint de Londres para las piezas de tres peniques de Gran Bretaña, es de un aspecto agradable casi inalterable con el uso, y de un color amarillo claro similar al bronce aluminio utilizado en las monedas de Diez Centésimos de 1930 y 1936 (figs. 21/22), pero mucho más resistentes al desgaste y oxidación por la dureza que le da el níquel que contiene.

Fig. 29
Fig. 30 Fig. 31

Las dos series se diferencian fácilmente, no sólo por las pastas de distinto color sino además por el canto liso o rayado de cada una de ellas.

En estas amonedaciones que actualmente circulan, se han introducido dos modificaciones particularmente destacables: la supresión de la moneda de Un Centésimo explicada por la inutilidad actual de ese valor, comprobada por la circunstancia de que en los hechos ya estaba fuera de circulación al salir a la plaza las nuevas amonedaciones, y por otra parte, la sustitución de la especie de Veinte Centésimos por la de Veinticinco Centésimos (fig. 28), cambio apoyado en el momento de emitirse la ley por la argumentación de que una tendencia generalizada en los sistemas monetarios comparados consiste en articular la moneda divisionaria en base a la unidad, por razones técnicas y prácticas que imprimen mayores ventajas para el uso del cuarto de unidad en el cambio manual corriente. A esta altura, la experiencia ha señalado que ese criterio, posiblemente adaptable a otros países donde evidentemente funcionan en la actualidad, sin inconvenientes aparentes, pues se mantiene desde hace mucho tiempo, pudiendo citarse como ejemplo el Cuarto de Dollar americano y la moneda de Tres Peniques inglesa, en nuestro medio, no ha tenido favorable acogida por el público, que en general, la desecha por considerarla poco práctica.

En el año 1961, en que se cumplió el sesquicentenario de diversas gestas históricas que motivaron y dieron origen a la emancipación del país, el Gobierno determinó, con el propósito de rememorar esas épicas jornadas que configuraron el cimiento mismo de nuestra independencia, que reflejaran por la exaltación de esos hechos, al perpetuarlos en una pieza simbólica recordatoria de los episodios más brillantes de la historia del Uruguay que forjaron la nacionalidad, una acuñación de monedas conmemorativas.

Fig. 32

El homenaje se materializó en una pieza de plata, segunda emisión conmemorativa del país, después de la primera realizada en el año 1930, de un valor sellado de Diez Pesos (fig. 32). valor que se incorpora por primera ves al sistema monetario patrio.

En esas piezas se simboliza en el gaucho, cuya efigie se reproduce en el anverso, el Héroe Nacional de las gestas patrias, llevando en el reverso la inscripción "Sesquicentenario de los hechos históricos de 1811". Significativamente se les fijó a esas monedas un diámetro de 33 milímetros en rememoración de los 33 patriotas que iniciaron desde las arenas de Agraciada el proceso histórico, que culminó con la libertad definitiva de nuestra patria.

Se cierra así, con esta pieza, la evocación de estos últimos cincuenta años de Numismática Nacional.

 
 
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