Señor Gabriel Antonio Pereira:

Para ayudar al Gobierno en los excesivos e indispensables gastos que requiere la continuación de una lucha a cuyo término se encuentran la libertad y la gloria, he abierto una suscripción de plata labrada, en la que ciertamente figurarán todos los que amen la Patria y detesten la tiranía. Como usted está en este caso, no he trepidado en dirigírmele, esperando que me mandará cuanto tenga de esa especie.

No es un sacrificio el desprenderse de joyas inútiles para conservar la más preciosa e indispensable de las joyas; la libertad; y ¡ay! del egoísta que se apegase a algunos pedazos de plata, cuando en cambio mañana debiesen ponerle los grillos del esclavo; ni deja de ser digno de esta calidad, el que encuentra algo que no deba sacrificarse en las aras de la patria.

Me ha cabido en esta terrible época, la noble tarea de exigir del pueblo esos diarios sacrificios a que se ha debido todo lo que hemos obtenido hasta la fecha; y si el cielo quiere que sobreviva a esta lucha me cabrá después el severo deber de presentar a la estimación o al menosprecio público la abnegación de los unos, el egoísmo de los otros; pudiendo desde luego decirse en honor de nuestra patria que bien pocos nombres figurarán en esta última clase. Los orientales hacen por la libertad cuanto han hecho los pueblos más esclarecidos de la tierra. Séame permitido el no contentarme con esto; yo deseo que el Pueblo Oriental en virtudes cívicas a todos los sobrepuje: más que todos valga.

Esta oportunidad me proporciona la de ofrecer a usted el  afecto con Q. B. S. M.

Melchor  Pacheco  y  Obes.

Secretaría de Guerra, Noviembre 28 de 1843.